"CREER O REVENTAR"
    
    Desde chica escuché a mi mamá decir ese refrán (dicho popular) pero sin realmente comprender su significado. La parte de creer me cerraba un poco más, porque la frase siempre iba a continuación de algo difícil de probar o acreditar, pero el ¿reventar? ... por lo general me dejaba pensando. ¿Uno realmente reventaría por no creer? Vaya uno a saber...
    Y resulta, que cuando uno crece, hereda casi sin ser consciente, esa serie de refranes populares, esos que tu vieja decía y repetía "cada 2 x 3".
   Y así es que hoy me encuentro en un viaje que está lleno de acontecimientos /hechos que son "para creer o reventar"

    Somos dos viajeros argentinos que pisamos por primera vez en nuestras vidas estas tierras amazónicas, a quienes la cuestión indígena nos resulta un área de incógnitas, desconocimiento y fuente de mucha atracción. No habíamos querido buscar los medios para acercarnos a una comunidad desde Manaus porque no queríamos que nuestro encuentro con ellas fuese provocado, mucho menos a partir de una excursión paga de esas que te ofrecen como atracción turística. Nos resulta un tanto comercial y poco natural que te lleven a "vivenciar" un día en sus comunidades, donde te hacen parte de un ritual, te pintan la cara y te dejan sacarte algunas fotos con ellos, a cambio de unos tantos reales. Algo así como pagar un tour a la fabella en Río de Janeiro para vivir más de cerca la realidad y sentirte privilegiado por sacarte una selfie desde adentro mismo, como si eso te hiciera más consciente de la realidad que vive la gente. 
    
    Nada de eso equivalía para nosotros a conocer realmente la vida indígena en el Amazonas/norte de Brasil. Y fue así que una vez pasado por Manaus, continuamos viaje hacia Boa Vista, confiando en la ley universal que hasta ahora nos acompañó en todo nuestro viaje: el camino siempre te lleva por el lugar correcto; algo así como creer en que si las cosas tienen que ser, sucederán sin haberlas buscado. 
   Y así fue que ocurrió la primer "casualidad". Jonildo, nuestro anfitrión en Boa Vista, resultó ser profesor de la Universidad Federal de Roraima y dicta clases a jóvenes indígenas en la carrera universitaria de Gestión Territorial, dándoles aulas de Ciencias Sociales con contenidos de política, sociología y antropología. Terminando ahora su doctorado, era sin dudas el mejor conocedor, especializado académicamente en comunidades indígena de la zona.

    No siendo eso poco, llegamos a su ciudad en la "Semana del indígena", donde la Secretaría estadual encargada de las políticas indígenas, organizaba diversas actividades de reconocimiento, acercamiento y recreación para la comunidad universitaria de Boa Vista. (Díganme si no es para creer o reventar!). Allí fuimos a parar los dos viajeros argentinos que sin habérnoslo casi propuesto, habíamos logrado dar con lo que buscábamos: acercarnos y tener contacto con una cultura originaria, para nosotros, los verdaderos dueños de la tierra amazónica (Ver relato Navegando por el Amazonas)


    Tuvimos un día completo de actividades y charlas con integrantes de las comunidades KANAUANI, TABALASCADA Y PIUM; fuimos partícipes de una clase de Jonildo, donde el grupo reflexionó en relación a los derechos constitucionales de la República, que a su vez los engloba y los reconoce en gran medida; y nos tocó a nosotros también exponer cuál es la situación actual de las comunidades originarias en Argentina, sintiendo en gran parte vergüenza, por la falta de reconocimiento de sus derechos en nuestro país.
Al terminar, algunos alumnos se acercaron a intercambiar sus facebooks con los nuestros y contentos nos dimos por "realizados", habiendo podido ser parte de un día de múltiples intercambios culturales, bien diferente a lo que veníamos acostumbrados a vivenciar.


Mujer indígena cantando.

Tomando Caxiri, bebida típica de los indígenas, a base de mandioca fermentada. Según Jonildo nuestro bautismo para que los Dioses nos protejan.

Niñas bailando.

    Lo extraño de toda esta situación sucedió más tarde. Ya habíamos vuelto a la casa de Jonildo y algo bombardeados de ideas nos acostamos dispuestos a dormir una siesta de 20 minutos ya que luego tendríamos que volver a la Universidad a encontrarnos con Pablo (nuestro nuevo amigo del dedo en la ruta) quien nos llevaría a cenar y a conocer un poco de la noche en Boa Vista.

    Mi cabeza estaba bastante dolorida y yo estaba convencida de que el día largo, de mucho sol y calor, sin dudas me había agotado. No pude dormirme. Me tomé un paracetamol y me alisté para salir nuevamente.

    Una vez de vuelta en la Universidad, esperando que Pablo nos pasara a buscar, nos volvimos a cruzar con Jefferson, un alumno de la clase de la tarde. Conversamos un rato más con él, nos contó que vivía solo hacía ya 6 meses en la ciudad a causa de sus estudios, pero que aún no estaba acostumbrado. Tenía 12 hermanos y su padre había sido vendido a los Garimpeiros en la época fuerte de la explotación de oro en Roraima. Aunque su padre le recomendaba que no se metiera en el tema, él decía que esa era su tierra y que él podía sacar de ella lo que quisiera, porque él la conocía mejor que nadie y era parte de ella. Entre tema y tema, sacó de su mochila una piedra pequeña, de color rojo y nos la obsequió como regalo de su comunidad, diciendo que él siempre llevaba algunas guardadas y que esa era un "Jaspe". Nos pasamos los correos para seguir en contacto y en ese interín llegó Pablo. Nos despedimos con un beso y dejamos al destino decidir si los caminos nos volverían a reencontrar.

    La cena con Pablo y su amiga, fue muy agradable, comimos varios platos típicos de Brasil y como postre nos chupamos los dedos con un churro con dulce de leche y chocolate (los primeros desde que salimos de Argentina, una delicia!!). Nos sacamos varias fotos en los lugares más tradicionales de la ciudad y terminamos por despedirnos, queriendo reencontrarnos alguna vez más, tal vez ya en nuestro país. 
 
    De regreso en la casa, volví a notar que mi cabeza no estaba totalmente despejada y que el dolor y el cansancio continuaba. Lo más parecido que yo recordara a esa sensación era cuando había sentido insolación, pero mientras que el tiempo pasaba fui deduciendo que en realidad más que el sol del día, lo que yo podía haber absorbido eran miradas. Automáticamente se me vino a la mente mi amiga Vero cuando me decía que la gente transmite energías y a la vez las absorbe, y que cuando una persona es mirada por muchas otras, suele cargar con esa energía de más y tiene que saber trabajar con ella. Tal vez eso era lo que estaba pasando, tal vez había sido "ojeada" (como le dicen las viejas de mi familia al mal de ojo). 
    No quería empaparme de esa idea pero sin dudas algo de eso tenía que ser. Desde que había atravesado la mitad del país, había comenzado a ser más evidente mi extranjería, sobre todo por el color de mi piel y mi pelo, tan distintos a la gente local, y eso muchas veces era una atracción de miradas constantes. Y sin haberlo pensado mucho, hoy había sido un día en el que mi fisonomía se diferenciaba en extremo con la de las personas con quienes había compartido el día. Era difícil pasar desapercibida y había sido difícil ser invisible entre medio de indígenas con rasgos y miradas tan profundas.
    Para sacarme la duda (y sin dudas el dolor!) llamé a mi suegra Morys. Ella sabe del tema y sabe curar a las personas de la insolación y el mal de ojo, entre otras cosas. Le conté de mi sensación y de mi día y ella supo entender sin más explicaciones.


La conclusión de toda esta anécdota es lo que interesa contar:

    Al día siguiente cuando amanecí mejor, desayunando con Germán se nos ocurrió buscar en internet sobre la piedra que Jefferson nos había regalado. Y saben cuál era uno de sus significados? 

"Se cree que el jaspe rojo engarzado colgando del cuello previene contra el mal de ojo"  

Leer esto sin dudas me dio impresión. Mi suegra me dijo que había sido "ojeada" y no por una sino por muchas personas. ¿Sabía Jefferson de eso? ¿Había sentido algo cuando me conoció? ¿O fue una mera casualidad?

En ese momento entendí que esta historia no tenía sino una misma y sola conclusión desde el comienzo:

Esto es para "creer o reventar".


¿NO TE DA MIEDO VIAJAR?

    Hace 5 meses, cuando emprendimos definitivamente nuestro viaje, teníamos gran parte de nuestros amigos/familiares que se sorprendían con nuestra hazaña y nos decían que se necesitaba de mucho coraje para hacer semejante viaje. "¿No te da miedo?" era una de las primeras cosas que nos decían, acompañado de un "yo no podría hacerlo".
    Durante el viaje comenzaron a aparecer más personas de éstas, que transformaban en un minuto sus expresiones, abriendo los ojos asombrados cuando escuchaban el "viajamos a dedo por latinoamérica". No podían creer que realmente hubiesen levantado en la ruta a una pareja de mochileros que sin mucho aspecto hippie, hubiesen recorrido más de 10 mil kilómetros en 4 meses, lejos de su hogar y de su familia. Y ahí aparecía nuevamente la pregunta: "¿No tienen miedo?"

    Y la respuesta definitivamente es NO.

    El plan de viajar de esta manera y por tantos países comenzó hace 3 años atrás, cuando llevábamos una vida sedentaria, dígase una vida entre el estudio de nuestras carreras universitarias y el trabajo como docentes, con una edad entre los 25 y 30 años, donde nos iniciábamos en el gran paso de abandonar las ayudas económicas familiares para poder sentir que el esfuerzo propio de los años de estudio y la cantidad de horas diarias de trabajo eran suficientes para mantener un alquiler, una cuenta de celular mensual, una canasta alimentaria, los gastos de moverte en auto, alguna que otra salida/juntada con amigos o el cursito que te pintaba hacer, los gastos mínimos varios de vivir en una ciudad, etc. haciendo el esfuerzo enorme de no frustrarse y estresarse cuando en las noticias salían los aumentos de precios y la inflación cotidiana de tu país, o cuando teníamos que salir a la calle a manifestarnos por los derechos de los trabajadores de la educación, mal pagos y en condiciones precarizadas; al mismo tiempo que nos veías a todos cada vez más acostumbrados a ver nuestras casas y plazas enrejadas "por seguridad" para evitar que te roben o en el peor de los casos te maten camino al trabajo...

    Y cuando vivíamos así, nadie nos preguntaba si teníamos miedo. Y yo sí lo tenía, tal vez más o menos consciente, pero el miedo estaba, sumado a que me preocupaba y me estresaba diariamente por el tránsito, por el sueldo que cada vez me rendía menos, por mi seguridad y por la de mis alumnos de jardín (a los que despedía a las 10 de la noche en plena "zona liberada" cuando sus mamás terminaban de cursar en su secundario), me preocupaba por mi familia, por mi abuela de 83 años, que le gusta ir caminando a buscar su jubilación formando parte del blanco de robo más vulnerable hoy día; por mis amigos, por mis vecinos, por todo.
    Pero tenía "coraje" y estaba acostumbrada (porque no quedaba otra) a la situación diaria de MI PAÍS.

    Y fue así, que nuestro sueño de viajar y crecer y aprender conociendo, sumado a las inestabilidades mismas de la vida y de nuestro país, nos hicieron abrir más las alas. No como modo de escapatoria de Argentina... para nada (desde que salimos que sabemos que nuestro lugar es "nuestro pago", y que nuestra vocación está puesta en la educación y el cambio de nuestro país). Pero tal vez sí una escapatoria a la rutina que te cega y te enajena. Necesitábamos sentir que es uno quien elige su propio camino y su propia salud. Tener ese "coraje" del que muchos nos hablan y despegarse de la rutina misma en la que uno está, es lo que te permite abrir los ojos y ser más consciente de tu realidad. No hay UN lugar ni UNA forma de vivir más seguro. Corremos riesgos en todos lados porque la vida esta hecha de riesgos, algunos menos deseados y más difíciles de entender, otros imprevisibles como parte de la vida misma.
    Y es por eso que no tenemos miedo viajando, porque si lo tuviésemos, nos habríamos quedado en casa con los miedos conocidos para sentirnos "más seguros". En cambio decidimos salir, decidimos dejar ese estrés y esa vida de ciudad que nos hacía cada vez más dependientes y en la que creíamos que si no podíamos pagar un alquiler, mantener nuestro auto, comer saludable y rico y tener una buena vida social, no lográbamos nuestros objetivos de vida, para los que nos enseñaron que debíamos vivir.

    Elegimos viajar y volar alto, asumir los riesgos que el camino nos depara, que la vida misma nos tiene preparados, pero sin pensar en ellos mucho más que lo necesario, porque en ese caso seguiríamos atados. Quisimos aprender a vivir con buenas energías y este viaje superó nuestras expectativas! Nos demostró que con un poco de sentido común alcanza y que la clave está en ser positivos y aventureros. Así todo fluye y es más sencillo! La vida está hecha para vivirla, no para morir arrepentido por todo lo que no nos animamos a descubrir con nuestra propia piel. Hay que salir de la costumbre, de lo habitual, hay que permitirse renovar la capacidad de asombro y la creatividad!

Sin dudas van a descubrir como nosotros, que la vida es BELLA y que es más fácil CONFIAR que quedarse en casa a esperar que la vida nos sorprenda.

Y cuando nos animamos, y cuando te animás, también aprendés que el mapa y las distancias se vuelven más REALES. Todo es alcanzable, hasta el punto más norte de tu planisferio.


Pensamientos y aprendizajes de Elisa Vergani y Germán Ortiz Best, en sus días de viaje.



Hoy 24 de mayo de 2015 estamos en Caracas, la 1er capital mundial más peligrosa del mundo... y a mi criterio, la capital que más me gustó de todas las visitadas en viaje!


CONSEJOS PARA RECORRER BRASIL:
FRONTERAS Y RUTAS

    Sin ánimos de creernos una enciclopedia, escribimos este post en base a nuestra experiencia real como viajeros argentinos, en tierras brasileras. La idea es dividirlo en partes para no aburrirnos, organizándonos por temáticas: fronteras / rutas / comida / alojamiento / equipaje necesario / excursiones, etc etc.
    Si bien nuestro relato cuenta a partir de nuestras experiencias personales, siempre ayudan a quienes están por viajar a pensar en nuevas opciones, resolver dudas y hasta conocer a alguien que concretamente viajó y puede ser un buen contacto antes de tu viaje. Y sino también para aquellos que quieren viajar desde su casa y quienes acompañar nuestras fotos con algo de relato!

    Los datos corresponden a los meses de febrero, marzo y abril del 2015, con 69 días y más de 7.000 Km recorridos.

Vamos por partes…

¿Cómo / por dónde adentrarse en este gran país que tiene frontera con casi todos sus vecinos latinoamericanos?
Existen básicamente tres maneras de entrar a Brasil: por tierra (en sus variadas opciones), por agua (río o mar) y por aire (en avión). Si tus opciones son aéreas, las variables serán los aeropuertos donde aterrizar; si es de barco, el puerto donde arribar, lo cual incluye latitudes de sur a norte o longitudes que en su mayoría tienen que ver con la zona norte del Amazonas y sus afluentes; pero si tu opción es tierra como nosotros, a elegir nomás tu frontera más cercana.

¿Qué elegimos nosotros?
Particularmente nuestro viaje es pedestre, por lo tanto las fronteras terrestres formaron parte de nuestra experiencia en Brasil. En un comienzo entramos por Río Grande do Sul ya que nos encontrábamos en Uruguay y su límite político norte limita exactamente con este estado sureño brasilero. Fue la frontera más imaginaria de todo el viaje, ya que la ciudad de Rivera (UY) se “separa” de Santa Ana do Livramente (BR) simplemente a partir de una gran plaza. Uno hace los trámites migratorios del lado de Uruguay, se toma un colectivo de línea hasta la plaza y la atraviesa caminando hasta la policía federal brasilera. (Vale aclarar que no todas las fronteras tienen un sistema de aduana integrado, donde uno puede hace los tramites de salida de un país y de entrada al otro, en un mismo lugar. En ocasiones es un solo trámite, pero en otras son dos separados físicamente. Siempre hay que consultarlo en ambos lados y más de una vez).
Una vez cruzada la plaza, los sentidos automáticamente  reconocen la transición, ya que la gente comienza a hablar en portugués, los carteles ya se leen en otro idioma, la música suena con otro ritmo y la fisonomía de la gente se reconoce como más brasilera que uruguaya. Así de rápido uno entró en Brasil. La policía no suele ser la mejor amiga del viajero y preguntarles a ellos sobre el mejor lugar para hacer dedo no es buena opción, sobretodo porque ya no hablan en español y porque según ellos está “proibido fazer carona”. En esta época del año, los autos que llegan en cola para hacer los trámites migratorios, en su mayoría tienen patentes argentinas y responden a un turista que escapa lo más rápido posible hacia las playas brasileras en sus días de vacaciones, y que han atravesado parte de Uruguay como opción de ingreso a Brasil. Entre ellos están los blanquitos que empiezan su quincena y los negritos que están de vuelta. Intentamos encontrar alguno de los recién saliditos con espacio en su auto para ayudarnos a salir de la gran zona urbana, pero ninguno de ellos tenía lugar, y así fue que caminamos y caminamos hasta encontrar un cruce en las afueras de la ciudad. No fueron cortas las distancias ni las esperas pero al fin encontramos alguien que frenara ante nuestro dedo. Aquí uno comprende que hacer dedo en zonas urbanas no es la mejor de las opciones.

Como nuestro plan de viaje implicaba conocer el litoral de Argentina, volvimos a la frontera de Uruguaiana – Paso de los Libres luego de una visita por Dom Pedrito (un pueblo al que nos habíamos propuesto visitar) en el sur de Brasil y algunos días en Uruguaiana en casa de nuestro gran anfitrión John Lennon! (sisi, John nos alojó en casa y nos hizo sentir en familia desde el principio, comiendo los mejores platos de la mano de su mamá Helena.)
Para volver a Argentina por esta frontera 
tuvimos que hacer doble aduana, con un puente que cruza el Río Uruguay y el cual podés atravesar caminando (al menos 2 km) o a dedo con alguno de los tantos autos que lo cruza. Es decir que antes de atraversarla, tramitas tu salida de Brasil para una vez del otro lado,volver a tramitar tu ingreso a Argentina, ¡no olvidar!

Y por fin, nuestra tercer frontera con Brasil fue en el límite norte de Misiones, luego de conocer la maravilla natural de las Cataratas de Iguazú, donde elegimos despedirnos de Argentina en Puerto Iguazú para adentrarnos a la ciudad más próxima de Brasil: Foz de Iguazú. Con un nombre muy similar pero con un río concreto que las separa (Río Iguazú, valga la redundancia) es que atravesamos la nueva frontera, esta vez con un trámite único del lado de Brasil. Como nos acompañaban dos amigos argentinos motorizados, el puente lo cruzamos en auto y de esa manera entramos en el centro de la ciudad próxima. Ellos entrarían por sólo 5 días y saldrían por Paraguay, por lo cual no necesitaron ningún tipo de papel que demostrara su cambio de nacionalidad. En nuestro caso, estábamos haciendo nuestro ingreso oficial, con una visa de turista que te habilita a permanecer en este país durante un tiempo máximo de 90 días. Este se puede hacer con la cédula argentina de identidad que hace tiempo funciona para todos los países del Mercosur, actualmente con lectura elecrónica; o con el mismísimo pasaporte donde te sellan la fecha exacta de tu ingreso. En ambos casos tenés que completar tus datos en los papeles que están disponibles para llenar en los mostradores, que luego te sellan y que SIN FALTA debes presentar al irte del país. Es un papel imposible de perder que debes guardar muy bien (en ocasiones en donde el sistema es electrónico únicamente no es necesario, pero si te lo dan, guárdalo bajo llave).

Y así como así, estás adentro. BIENVENIDO A LA REPÚBLICA FEDERATIVA DEL BRASIL.  
¿Por dónde salir?
    Esta pregunta responde a nuestro recorrido de sur a norte pero entendemos que puede hacerse de miles de otras maneras. A continuación el link con el mapa de nuestro recorrido para comprender cuáles fueron nuestras opciones:

   Como habrán visto en el mapa, nuestra "escapatoria" del gran país fue por la frontera entre Pacaraima (Estado de Roraima) y Santa Elena de Uairén en Venezuela (la gran sabana!). Nuestra idea inicial siempre fue cruzar a Guayana Francesa para recorrer los tres países menos conocidos del continente, pero en el camino hubo cambio de planes y terminamos conociendo la ruta Transamazónica para ir por el Amazonas hasta Manaus y subir hasta Venezuela. Era la otra opción tentadora que terminó ganando.
La frontera con Venezuela es bien frecuentada y no presenta grandes dificultades, es de doble trámite (es decir de entrada y salida de un lado y del otro) y comienza su actividad entre las 6 y 7 de la mañana (por lo que no se gana nada yendo antes de ese horario). Si necesitás cambiar los reales que te quedaron de Brasil o lo que tengas a bolívares, te conviene hacerlo ahí mismo en la frontera con los "chamos" que cambian dinero a un cambio bastante conveniente. Siempre tené en cuenta que los reales son útiles hasta ese momento, si no los cambias, después se te va a hacer más complicado y a la vez se te van a devaluar. 

RUTAS, RUTAS Y MÁS RUTAS BRASILERAS:

            Este comentario podrá ser reiterativo, pero Brasil es TAN grande, que las rutas y los kilómetros dentro del mismo son un tanto extraordinarios. Concretamente hablando de la calidad de su infraestructura, podemos dividir a este país en dos grandes bloques:

1.      Parte sur: que incluye los estados de Río Grade do Sul, Santa Catarina, Paraná, Sao Pablo, Rio de Janeiro, Mina Gerais, Goiás, y Brasilia (no nos animamos a incluir algunos más occidentales por falta de experiencia concreta en ellos).

2.      Parte noroeste: que comenzó para nosotros en Brasilia y terminó en el Amazonas.
 (No conocimos las rutas del nordeste por las que las dejamos fuera de esta clasificación).


Esta división es clara. Brasil es un país con un comercio que necesariamente precisa de personas que trabajen en el transporte, digamos concretamente: camioneros. Es un trabajo que muchos brasileros eligen, algunos con camiones alquilados, otros con su propiedad, desde pequeños utilitarios y camionetas adaptadas, hasta camiones con 9 ejes (algo nunca visto y hasta prohibido en las rutas argentinas). Esta realidad, implica una infraestructura que agilice el comercio entre la materia prima y la industria, entre la industria y los centros urbanos, entre otras conexiones. Y es de esta manera que las rutas en su mayoría se encuentran en muy buen estado en la “parte sur”. Por supuesto que súper transitadas pero con una buena calzada, pintura visible, radares en cantidad con controles de velocidad que obligan a todos a reducir la velocidad, en zonas urbanas y a veces en medio de la nada.
Para nosotros que viajamos a dedo por todo Brasil, estas rutas fueron un éxito, ya que la gente en ellas gana seguridad y rápidez en los recorridos, y por lo tanto eso influye directamente sobre nosotros los viajeros que precisamos de esos transportes.

¿Y la parte norte? Justamente esta clasificación tenía que ver con los extremos. Una vez que uno atraviesa Brasilia y se direcciona al norte, el país cambia. Las rutas comienzan a ser territorios más bien olvidados (no por quienes más las transitan: camioneros) sino por todo el resto que poco usan estas rutas para llegar a las grandes ciudades. El transporte público resulta caro para el mismo local y la frecuencia no es causa de exigencia de mejor infraestructura. Simplemente se deja llenar de “buracos” o pozos que vuelven a la ruta más peligrosa. A su vez, las vías son simples (una de ida y otra de vuelta) y los camiones se lanzan a traspasar a otros camiones y autos, sin importar quien venga de frente. Sin dudas esta costumbre brasilera es conocida, por lo que siempre debés mirar al frente, reducir tu velocidad  y hasta lanzarte a la banquina cuando ves semejante vehículo venir de frente. 
En algunas regiones hay ranchos de paja al costado de la ruta, de personas que forman los "Movimientos sin Tierra" que reclaman al gobierno tierras para vivir y cultivar, por lo que uno puede encontrar personas caminando a las orillas, hasta niños y animales y es necesario tener precaución. 
La ruta más inolvidable para nosotros es y será la Transamazónica, famosa por los kilómetros de tala de la mata amazónica, para unir algunas ciudades, crear pueblos más pequeños entre medio y agilizar los intereses trasnacionales de la zona. Sólo se ven camiones en ella, con mucha dificultad en su andar (algunos acarreados por tractores en subidas imposibles de tierra), jeeps y camionetas 4x4, y algún que otro corajudo en autos más pequeños. Nosotros no tuvimos mejor idea que ir por allí y conocer la desolación y la pésima condición de la misma. Un tramo lo recorrimos con Pablo, en su gol rojo, con quien demoramos 10 hs para recorrer 250 km aproximadamente. Más adelante, luego de parar en Altamira, hicimos dedo y después de algunos tramos cortos, nos encontró Borges con su hylux 4x4, que recorrió en 7 horas, 300 km aproximadamente. 



A mi parecer una pesadilla ya que nuestro chofer no le tenía miedo a la velocidad en combinación con los pozos y la tierra blanda del camino deformado. Desde esa vez, le juré a Germán que nunca más arriesgaríamos nuestra vida a cambio de atravesar una ruta tan intransitable como esa. Quedó como anécdota y aprendizaje de viaje, pero que me costó unos cuántos nervios y dolores de cuerpo al ir a los saltos con un cinturón que no paraba de trabarse en cada golpe. Sin dudas les recomiendo viajar por el Amazonas desde Belém, ciudad a la cual se llega por mejores caminos, en barco por el río y a mayor costo.


Para llegar a Manaus desde el sur es necesario embarcarse por el mismísimo Amazonas, un clásico del que todos ya oyeron hablar alguna vez, durmiendo en redes y avistando los mejores atardeceres en el río. Se puede navegar desde Belem, o como nosotros hicimos, desde Santarem a mitad de precio y tiempo (ver relato Navegando por el Amazonas). 




Por último, y como queriéndose despedir de nosotros con una mejor impresión, Brasil mejora sus rutas desde Manaus, hasta su frontera norte con Venezuela en Pacaraima, pasando por Boa Vista. Esta ruta ya no es tan transitada, al menos no tiene camiones que las destruyan con su peso. Entre Manaus y Boa Vista hay dos aspectos interesantes a tener en cuenta: uno de ellos es que hay que transitar ese tramo antes de las 18 hs porque en cierto punto, hay una comunidad indígena que por su protección cierra la Ruta Nacional y no permiten que nadie transite en la noche. El segundo aspecto, más turístico, es que uno atraviesa en ese camino la línea imaginaria que separa el hemisferio sur del norte!