"CREER O REVENTAR"
    
    Desde chica escuché a mi mamá decir ese refrán (dicho popular) pero sin realmente comprender su significado. La parte de creer me cerraba un poco más, porque la frase siempre iba a continuación de algo difícil de probar o acreditar, pero el ¿reventar? ... por lo general me dejaba pensando. ¿Uno realmente reventaría por no creer? Vaya uno a saber...
    Y resulta, que cuando uno crece, hereda casi sin ser consciente, esa serie de refranes populares, esos que tu vieja decía y repetía "cada 2 x 3".
   Y así es que hoy me encuentro en un viaje que está lleno de acontecimientos /hechos que son "para creer o reventar"

    Somos dos viajeros argentinos que pisamos por primera vez en nuestras vidas estas tierras amazónicas, a quienes la cuestión indígena nos resulta un área de incógnitas, desconocimiento y fuente de mucha atracción. No habíamos querido buscar los medios para acercarnos a una comunidad desde Manaus porque no queríamos que nuestro encuentro con ellas fuese provocado, mucho menos a partir de una excursión paga de esas que te ofrecen como atracción turística. Nos resulta un tanto comercial y poco natural que te lleven a "vivenciar" un día en sus comunidades, donde te hacen parte de un ritual, te pintan la cara y te dejan sacarte algunas fotos con ellos, a cambio de unos tantos reales. Algo así como pagar un tour a la fabella en Río de Janeiro para vivir más de cerca la realidad y sentirte privilegiado por sacarte una selfie desde adentro mismo, como si eso te hiciera más consciente de la realidad que vive la gente. 
    
    Nada de eso equivalía para nosotros a conocer realmente la vida indígena en el Amazonas/norte de Brasil. Y fue así que una vez pasado por Manaus, continuamos viaje hacia Boa Vista, confiando en la ley universal que hasta ahora nos acompañó en todo nuestro viaje: el camino siempre te lleva por el lugar correcto; algo así como creer en que si las cosas tienen que ser, sucederán sin haberlas buscado. 
   Y así fue que ocurrió la primer "casualidad". Jonildo, nuestro anfitrión en Boa Vista, resultó ser profesor de la Universidad Federal de Roraima y dicta clases a jóvenes indígenas en la carrera universitaria de Gestión Territorial, dándoles aulas de Ciencias Sociales con contenidos de política, sociología y antropología. Terminando ahora su doctorado, era sin dudas el mejor conocedor, especializado académicamente en comunidades indígena de la zona.

    No siendo eso poco, llegamos a su ciudad en la "Semana del indígena", donde la Secretaría estadual encargada de las políticas indígenas, organizaba diversas actividades de reconocimiento, acercamiento y recreación para la comunidad universitaria de Boa Vista. (Díganme si no es para creer o reventar!). Allí fuimos a parar los dos viajeros argentinos que sin habérnoslo casi propuesto, habíamos logrado dar con lo que buscábamos: acercarnos y tener contacto con una cultura originaria, para nosotros, los verdaderos dueños de la tierra amazónica (Ver relato Navegando por el Amazonas)


    Tuvimos un día completo de actividades y charlas con integrantes de las comunidades KANAUANI, TABALASCADA Y PIUM; fuimos partícipes de una clase de Jonildo, donde el grupo reflexionó en relación a los derechos constitucionales de la República, que a su vez los engloba y los reconoce en gran medida; y nos tocó a nosotros también exponer cuál es la situación actual de las comunidades originarias en Argentina, sintiendo en gran parte vergüenza, por la falta de reconocimiento de sus derechos en nuestro país.
Al terminar, algunos alumnos se acercaron a intercambiar sus facebooks con los nuestros y contentos nos dimos por "realizados", habiendo podido ser parte de un día de múltiples intercambios culturales, bien diferente a lo que veníamos acostumbrados a vivenciar.


Mujer indígena cantando.

Tomando Caxiri, bebida típica de los indígenas, a base de mandioca fermentada. Según Jonildo nuestro bautismo para que los Dioses nos protejan.

Niñas bailando.

    Lo extraño de toda esta situación sucedió más tarde. Ya habíamos vuelto a la casa de Jonildo y algo bombardeados de ideas nos acostamos dispuestos a dormir una siesta de 20 minutos ya que luego tendríamos que volver a la Universidad a encontrarnos con Pablo (nuestro nuevo amigo del dedo en la ruta) quien nos llevaría a cenar y a conocer un poco de la noche en Boa Vista.

    Mi cabeza estaba bastante dolorida y yo estaba convencida de que el día largo, de mucho sol y calor, sin dudas me había agotado. No pude dormirme. Me tomé un paracetamol y me alisté para salir nuevamente.

    Una vez de vuelta en la Universidad, esperando que Pablo nos pasara a buscar, nos volvimos a cruzar con Jefferson, un alumno de la clase de la tarde. Conversamos un rato más con él, nos contó que vivía solo hacía ya 6 meses en la ciudad a causa de sus estudios, pero que aún no estaba acostumbrado. Tenía 12 hermanos y su padre había sido vendido a los Garimpeiros en la época fuerte de la explotación de oro en Roraima. Aunque su padre le recomendaba que no se metiera en el tema, él decía que esa era su tierra y que él podía sacar de ella lo que quisiera, porque él la conocía mejor que nadie y era parte de ella. Entre tema y tema, sacó de su mochila una piedra pequeña, de color rojo y nos la obsequió como regalo de su comunidad, diciendo que él siempre llevaba algunas guardadas y que esa era un "Jaspe". Nos pasamos los correos para seguir en contacto y en ese interín llegó Pablo. Nos despedimos con un beso y dejamos al destino decidir si los caminos nos volverían a reencontrar.

    La cena con Pablo y su amiga, fue muy agradable, comimos varios platos típicos de Brasil y como postre nos chupamos los dedos con un churro con dulce de leche y chocolate (los primeros desde que salimos de Argentina, una delicia!!). Nos sacamos varias fotos en los lugares más tradicionales de la ciudad y terminamos por despedirnos, queriendo reencontrarnos alguna vez más, tal vez ya en nuestro país. 
 
    De regreso en la casa, volví a notar que mi cabeza no estaba totalmente despejada y que el dolor y el cansancio continuaba. Lo más parecido que yo recordara a esa sensación era cuando había sentido insolación, pero mientras que el tiempo pasaba fui deduciendo que en realidad más que el sol del día, lo que yo podía haber absorbido eran miradas. Automáticamente se me vino a la mente mi amiga Vero cuando me decía que la gente transmite energías y a la vez las absorbe, y que cuando una persona es mirada por muchas otras, suele cargar con esa energía de más y tiene que saber trabajar con ella. Tal vez eso era lo que estaba pasando, tal vez había sido "ojeada" (como le dicen las viejas de mi familia al mal de ojo). 
    No quería empaparme de esa idea pero sin dudas algo de eso tenía que ser. Desde que había atravesado la mitad del país, había comenzado a ser más evidente mi extranjería, sobre todo por el color de mi piel y mi pelo, tan distintos a la gente local, y eso muchas veces era una atracción de miradas constantes. Y sin haberlo pensado mucho, hoy había sido un día en el que mi fisonomía se diferenciaba en extremo con la de las personas con quienes había compartido el día. Era difícil pasar desapercibida y había sido difícil ser invisible entre medio de indígenas con rasgos y miradas tan profundas.
    Para sacarme la duda (y sin dudas el dolor!) llamé a mi suegra Morys. Ella sabe del tema y sabe curar a las personas de la insolación y el mal de ojo, entre otras cosas. Le conté de mi sensación y de mi día y ella supo entender sin más explicaciones.


La conclusión de toda esta anécdota es lo que interesa contar:

    Al día siguiente cuando amanecí mejor, desayunando con Germán se nos ocurrió buscar en internet sobre la piedra que Jefferson nos había regalado. Y saben cuál era uno de sus significados? 

"Se cree que el jaspe rojo engarzado colgando del cuello previene contra el mal de ojo"  

Leer esto sin dudas me dio impresión. Mi suegra me dijo que había sido "ojeada" y no por una sino por muchas personas. ¿Sabía Jefferson de eso? ¿Había sentido algo cuando me conoció? ¿O fue una mera casualidad?

En ese momento entendí que esta historia no tenía sino una misma y sola conclusión desde el comienzo:

Esto es para "creer o reventar".


1 comentario:

Anónimo dijo...

Espléndido blog el de Elisa! Sus relatos son el compendio perfecto entre didáctica viajera y ocio literario; al mismo tiempo que descubro el mundo a través sus ojos, me recreo con sus anécdotas divertidas, a veces críticas, otras reflexivas, pero siempre evocadoras y magníficamente escritas.

Leer cada nueva entrada es siempre un placer,
Noe.