¿NO TE DA MIEDO VIAJAR?

    Hace 5 meses, cuando emprendimos definitivamente nuestro viaje, teníamos gran parte de nuestros amigos/familiares que se sorprendían con nuestra hazaña y nos decían que se necesitaba de mucho coraje para hacer semejante viaje. "¿No te da miedo?" era una de las primeras cosas que nos decían, acompañado de un "yo no podría hacerlo".
    Durante el viaje comenzaron a aparecer más personas de éstas, que transformaban en un minuto sus expresiones, abriendo los ojos asombrados cuando escuchaban el "viajamos a dedo por latinoamérica". No podían creer que realmente hubiesen levantado en la ruta a una pareja de mochileros que sin mucho aspecto hippie, hubiesen recorrido más de 10 mil kilómetros en 4 meses, lejos de su hogar y de su familia. Y ahí aparecía nuevamente la pregunta: "¿No tienen miedo?"

    Y la respuesta definitivamente es NO.

    El plan de viajar de esta manera y por tantos países comenzó hace 3 años atrás, cuando llevábamos una vida sedentaria, dígase una vida entre el estudio de nuestras carreras universitarias y el trabajo como docentes, con una edad entre los 25 y 30 años, donde nos iniciábamos en el gran paso de abandonar las ayudas económicas familiares para poder sentir que el esfuerzo propio de los años de estudio y la cantidad de horas diarias de trabajo eran suficientes para mantener un alquiler, una cuenta de celular mensual, una canasta alimentaria, los gastos de moverte en auto, alguna que otra salida/juntada con amigos o el cursito que te pintaba hacer, los gastos mínimos varios de vivir en una ciudad, etc. haciendo el esfuerzo enorme de no frustrarse y estresarse cuando en las noticias salían los aumentos de precios y la inflación cotidiana de tu país, o cuando teníamos que salir a la calle a manifestarnos por los derechos de los trabajadores de la educación, mal pagos y en condiciones precarizadas; al mismo tiempo que nos veías a todos cada vez más acostumbrados a ver nuestras casas y plazas enrejadas "por seguridad" para evitar que te roben o en el peor de los casos te maten camino al trabajo...

    Y cuando vivíamos así, nadie nos preguntaba si teníamos miedo. Y yo sí lo tenía, tal vez más o menos consciente, pero el miedo estaba, sumado a que me preocupaba y me estresaba diariamente por el tránsito, por el sueldo que cada vez me rendía menos, por mi seguridad y por la de mis alumnos de jardín (a los que despedía a las 10 de la noche en plena "zona liberada" cuando sus mamás terminaban de cursar en su secundario), me preocupaba por mi familia, por mi abuela de 83 años, que le gusta ir caminando a buscar su jubilación formando parte del blanco de robo más vulnerable hoy día; por mis amigos, por mis vecinos, por todo.
    Pero tenía "coraje" y estaba acostumbrada (porque no quedaba otra) a la situación diaria de MI PAÍS.

    Y fue así, que nuestro sueño de viajar y crecer y aprender conociendo, sumado a las inestabilidades mismas de la vida y de nuestro país, nos hicieron abrir más las alas. No como modo de escapatoria de Argentina... para nada (desde que salimos que sabemos que nuestro lugar es "nuestro pago", y que nuestra vocación está puesta en la educación y el cambio de nuestro país). Pero tal vez sí una escapatoria a la rutina que te cega y te enajena. Necesitábamos sentir que es uno quien elige su propio camino y su propia salud. Tener ese "coraje" del que muchos nos hablan y despegarse de la rutina misma en la que uno está, es lo que te permite abrir los ojos y ser más consciente de tu realidad. No hay UN lugar ni UNA forma de vivir más seguro. Corremos riesgos en todos lados porque la vida esta hecha de riesgos, algunos menos deseados y más difíciles de entender, otros imprevisibles como parte de la vida misma.
    Y es por eso que no tenemos miedo viajando, porque si lo tuviésemos, nos habríamos quedado en casa con los miedos conocidos para sentirnos "más seguros". En cambio decidimos salir, decidimos dejar ese estrés y esa vida de ciudad que nos hacía cada vez más dependientes y en la que creíamos que si no podíamos pagar un alquiler, mantener nuestro auto, comer saludable y rico y tener una buena vida social, no lográbamos nuestros objetivos de vida, para los que nos enseñaron que debíamos vivir.

    Elegimos viajar y volar alto, asumir los riesgos que el camino nos depara, que la vida misma nos tiene preparados, pero sin pensar en ellos mucho más que lo necesario, porque en ese caso seguiríamos atados. Quisimos aprender a vivir con buenas energías y este viaje superó nuestras expectativas! Nos demostró que con un poco de sentido común alcanza y que la clave está en ser positivos y aventureros. Así todo fluye y es más sencillo! La vida está hecha para vivirla, no para morir arrepentido por todo lo que no nos animamos a descubrir con nuestra propia piel. Hay que salir de la costumbre, de lo habitual, hay que permitirse renovar la capacidad de asombro y la creatividad!

Sin dudas van a descubrir como nosotros, que la vida es BELLA y que es más fácil CONFIAR que quedarse en casa a esperar que la vida nos sorprenda.

Y cuando nos animamos, y cuando te animás, también aprendés que el mapa y las distancias se vuelven más REALES. Todo es alcanzable, hasta el punto más norte de tu planisferio.


Pensamientos y aprendizajes de Elisa Vergani y Germán Ortiz Best, en sus días de viaje.



Hoy 24 de mayo de 2015 estamos en Caracas, la 1er capital mundial más peligrosa del mundo... y a mi criterio, la capital que más me gustó de todas las visitadas en viaje!


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